martes, 9 de marzo de 2010

¿ES POSIBLE LA UNIDAD EN CARABOBO? (Versión Semáforo de Mañongo))

El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Wiston Churchill

Hablar de unidad en nuestro estado no es cuestión de retórica, es un tema de sobrevivencia. Los públicos enfrentamientos entre Proyecto Venezuela (PV) y la fracción de Scarano y Cocchiola han ventilado los dilemas que vienen produciéndose desde las pasadas elecciones de alcaldes y gobernadores. Desde el mismo momento en que el actual Alcalde de San Diego manifestó su aspiración (legítima como cualquier otra) de ser Gobernador del estado, comenzó este desbarajuste político, que culminó en el bochornoso suceso del domingo pasado. Hablamos de sobrevivencia, porque lo que se está planteando en el país es el desmontaje regional y el regreso al feudalismo centralista soñado por el "Comandante Presidente".
No podemos acusar a ningún bando, no podemos hacer la vista gorda frente a los continuos ataques de cada parte, dejando de lado el objetivo primordial y común: vencer al régimen autocrático en las venideras elecciones de septiembre. Creemos que es posible el entendimiento, pero para ello debemos establecer las prioridades y objetivos de cada facción. Analicemos.
PV es el partido de gobierno, con más de 20 años de rodaje en el estado, con una maquinaria y un andamiaje organizacional que no posee partido alguno en Carabobo. Para ellos existe un objetivo claro: manutención del poder. Salas está jugando (así como lo analicé junto a los amigos de la Asociación de Columnistas) con un tablero nacional; está planificando a largo plazo. Intenta mover sus piezas con un objetivo más lejano que las elecciones de este año. Entregar el circuito 3, el más apetecible (y que por las reglas de la Mesa de la Unidad le corresponde a PV) por la oposición, es una manifestación palpable de esta estrategia; no es un acto de “desprendimiento” ni nada cercano a eso. La “hoja de ruta” es clara: sostenimiento y protección del poder. Eso pasa por acuerdos nacionales para llevar otros diputados en diversos estados, en alianza con partidos nacionales; no se puede desdeñar los miles de votos que obtuvo PV en otros estados de marcada intención opositora (verbigracia Táchira y Miranda) que pueden apalancar este tipo de arreglos. Así que cuando vayamos a criticar a PV, no olvidemos que ellos están planificando bajo escenarios que superan a Carabobo; y eso es absolutamente válido.
Por el otro lado, la facción de Scarano y Cocchiola, buscan un objetivo más complejo aún: obtención de poder. Obtener el poder se hace harto lioso, debido a que se requiere de mayor inversión de energías y estrategias distintas. Satisfacer las demandas de este grupo no es compatible con las aspiraciones de PV y viceversa. Cocchiola perdió la Alcaldía de Valencia por unos miles de votos, pero sobre todo (más allá de los argumentos de la división, ya que tan culpables son ellos ab initio al minar las aspiraciones del “Pollo” a la gobernación y Julio Castillo) por no poseer una estructura electoral blindada que le diera el respaldo a sus votos. Nadie nos lo contó, fuimos testigos de excepción de lo que ocurrió aquel día en la Junta Municipal Electoral. Pasado el vendaval, escuchamos a muchos partidarios de Cocchiola quejarse del desempeño electoral de esa jornada, lo que dejó a la vista “la costura” de aquella fuerza política. Y como corolario, esta facción juega con un tablero regional-local, con argumentos ad hominem y bajo la premisa de encontrar espacios políticos que consideran obtenibles.
Pero otra facción no menos importante también tiene su juego nacional: AD. El partido blanco planifica con visión de país, y no de estado. En esto coincide con PV y por ello, a pesar de las aparentes desavenencias, vemos que sus decisiones están basadas en fundamentos similares; no en vano viene Ramos Allup a decir todo lo que dijo y, de alguna manera u otra, atiza las brasas que arden entre las facciones en contienda. Diseñar una estrategia a nivel nacional (tablero-país) no excluye pensar en la realidad de cada estado; sino que hace ver lo que llamarían los gringos: “the big picture”.
¿Es posible el entendimiento? Creemos que sí. La salida no es necesariamente las primarias; soy un firme creyente en este mecanismo, pero unas primarias en el circuito 3 terminarán de abrir las heridas que vimos sangrar el domingo pasado, en la cara de uno de mis antiguos compañeros de luchas Hécmir Guzmán.
La opción es un nombre neutral, que represente a las partes con contienda, que permita avanzar. Un nombre que esté ausente de las diatribas Salas-Scarano y que encarne las luchas de nuestra gente. Un nombre que sea difícil de objetar, con prestigio y sobre todo: algo que ofrecer. Ese nombre no es una entelequia... Existe y está consciente de su rol en este momento histórico de nuestra lucha por restablecer la democracia en nuestro país.
Hablamos de Ricardo Maldonado. El profesor Ricardo ha encarnado las últimas luchas políticas del estado, ha abierto el compás político y los grupos políticos que participan en la liza opositora  coinciden en que es un nombre de consenso. ¿Por qué no evaluar esa posibilidad? ¿Por qué irnos a un enfrentamiento que tendrá un resultado anticipado?
En nuestro criterio en unas primarias apresuradas como las que se plantean, ganará el sector con maquinaria y estructura. ¿Se arriesgará Scarano a jugar en un terreno que no es suyo?  ¿Tendrá Cocchiolla el fuelle para controlar Naguanagua, que pesa incluso más que San Diego? ¿De verdad creen que el efecto “alcaldía de valencia” les alcanzará para asegurar una victoria frente a PV? Lo dudamos. Recuerden los que le gusta la política: el voto castigo se eclipsa frente a la economía del voto; y esto se maximiza en un escenario polarizado como el que está planteado. Peor aún: ¿habrá el compromiso político de apoyar a la mayoría que puede representar PV al final?
Queremos colaborar para encontrar una salida que no entrañe la acentuación de las diferencias (válidas y necesarias en la democracia). El reloj avanza y esta semana es esencial. Estamos como cuando pasamos por el semáforo de Mañongo y su cronómetro: 3…2…1… ¡VERDE! ¡GO!